Oscar Chapino, a lo largo de su vida, cosechó amigos e historias. Anécdotas para contar y que lo pintan de cuerpo entero. Recuerda con especial cariño su paso por Unión de Santa Fe. No fue dirigente pero sí tuvo una excelente relación en los tiempos en que el Tate se vistió de gloria deportiva. Primero en el año 78 cuando tenía Chapino Deportes bajo la presidencia de Super Manuel Corral. Y luego ya en los finales de los 90 cuando por cuestiones laborales se instaló en Buenos Aires. En el Hotel Castelar, conoció a Héctor Flamini quien fue posteriormente presidente del rojiblanco(1987). Se hicieron compinches, tanto que Chapino, fue clave para aportar desde su experiencia en temas inherentes a la Asociación del Fútbol Argentino. “A Unión lo banqué mucho tiempo en Buenos Aires. Eran épocas que el club no tenía dinero y si juicios. En el Hotel Castelar me hice amigo de Héctor Flamini y entablamos una relación más que amistosa tal es así que me hicieron socio vitalicio. Flamini era un gran hombre que perdió muchas cosas por el club”. De la época de Chapino Deportes recuerda que “los jugadores venían y se vestían, me querían mucho. El Choclo Regenhardt (actualmente coordinador futbolístico de las divisiones inferiores de Patronato) era modelo mío. Lo usaba para hacer propaganda. Era un grupo maravilloso”, recuerda. “Yo les arreglaba problemas en AFA. Así empecé a incursionar por calle Viamonte, a la que volvería a recorrer apoyando Patronato o la Federación Entrerriana de Fútbol”.
Y HABLANDO DE BUENOS AIRES. Chapino siempre colaboró con entidades, dirigentes e incluso jugadores. La anécdota viene a cuento porque en 1993 acompañó a Ferro a probar un pibe de apellido Herlein. La cita fue en la pensión de Fragata Sarmiento del Barrio de Caballito. ¿Quién vivía allí? Quien tras su paso por el Verdolaga llegó a River, Valencia, y la Selección Argentina de fútbol: el paranaense Roberto Ayala.
Ayala tenía una buena relación con el DT Carlos Timoteo Griguol y el incipiente representante de jugadores, Gustavo Mascardi.