Organizando en esa agenda mental los días de entrenamientos, el asado del miércoles con el equipo, el partido del sábado y el viaje que le espera en un tiempo a un Nacional o Sudamericano.
Esperando ese momento de subirse a un micro, un auto, un avión, un motorhome y hasta una moto (varios motoqueros participan) para desandar kilómetros y estar presente en un Nacional o Sudamericano.
Suelo debatir sobre “profesionalismo” y “amateurismo”. Trabajar y entrenar es una particularidad y un sacrificio que muy pocos ven. Ya no se trata de aquel jugador que movía la pelota un rato los sábados. Hoy y en beneficio de la salud incluso, se entrena en la semana y hay cuidados en la alimentación.
Para ellos es el fútbol es una religión que adoptaron de chicos.
Y me quedo con la foto que ilustra esta nota y propiedad de Chano Giusti. Es una imagen a eso de las 7.30 de la mañana, llegando a la cancha para jugar un partido por un Sudamericano en Salta. El día recién despierta y los muchachos ya están ahí para disputar el primer turno. Como diría el gran maestro Eduardo Galeano, “el fútbol a sol y sombra”. Y hasta que las piernas digan gracias.
Texto: Ezequiel Re
Foto: Luciano Giusti